Un chico con una “mano colocada" - aunque se la coloquen en el conservatorio Tchaikovsky, de Moscú- constituye un asesinato. Porque cuando les han colocado la mano, ya les han colocado la cabeza y el oído.
Diario La Gaceta. San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. 26/02/2006
PERFIL
ESTADO CIVIL: Está casada con Enrique Gainza, tiene dos hijas, dos hijos y siete nietos.
ACTIVIDAD: En 1951 dejó su Tucumán natal, de donde egresó como licenciada en Química (de hecho, trabajó en el Laboratorio de Físico-Química de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia) y se fue con una beca a la Universidad de Columbia, en Nueva York. Pero no fue para perfeccionarse en Química, sino en su otra profesión, la música. Desde entonces, Violeta Hemsy se especializó en Pedagogía Musical.
[L’entrevista comença amb unes preguntes i respostes relacionades amb el cançoner tucumà sobre el qual hi treballa la Sra. de Gainza]
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-¿Qué diferencias hay entre una pedagogía musical adicta al sistema, y otra innovadora?
-Una pedagogía musical adicta al sistema no tiene una actitud crítica frente al sistema. Si el sistema le manda un programa con tales y tales características, se responde a esas normas, y se piensa que de esa manera se transformó la realidad. El adicto al sistema está contento porque tiene un puesto. Pero no basta con las formas, con cambiar terminologías, o técnicas superficiales. Los cambios en materia ideológica pasan por la cabeza de la gente, y por las esencias. Una pedagogía que no es adicta al sistema tiene que profundizar en el objeto y en el sujeto del conocimiento. En el caso de las pedagogías artísticas, si la función del arte es permitir que el sujeto se expanda, se desarrolle y que de alguna manera tenga una experiencia de libertad, no me sirve una pedagogía estereotipada .
-¿Por qué hay creatividad en el chico, y después se pierde?
-Porque la educación la anula. Sobre todo en la educación secundaria y universitaria se está fomentando el conductismo, la eficacia, el orden. Y las cosas en orden ya están en internet.
-¿A qué apela una pedagogía musical moderna?
-A técnicas más abiertas. Las pedagogías abiertas creen en el individuo que se tiene enfrente. No es esto de que yo soy el maestro, y le voy a enseñar al que no sabe. La enseñanza, aquí, es mucho más simétrica. Estamos aprendiendo todos.
-¿Cómo se visualiza esto en la enseñanza del piano?
-Tocar el piano es hacer algo con tus manos y con tus dedos en una mesa que está llena de sonidos. Hay dos caminos: que te enseñen cómo colocar las manos y los dedos para sacar las notas, y qué notas y en qué orden. O hacer como hace el nene, a quien el padre lo deja que se alce para hacer sus primeros pasos, y sólo le pone el dedo como referencia. Y es el chico quien va haciendo ese proceso para el cual está programado. Estamos programados para hacer cosas que la educación no nos deja hacer. El maestro sabihondo que va a enseñar a colocar la mano no debería existir.
-¿Qué tiene que hacer un niño con un piano?
-Que haga lo que quiera. Primero, déjalo abierto, y que haga lo que él hace. Y después te incorporás vos a lo que él hace. Vos empezás a hacer lo que hoy sabe hacer cualquier maestra jardinera con intuición: ella interviene en el juego que el chico le plantea.
-¿Por qué en la música es tan difícil?
- Porque la música está en un pedestal. Lamentablemente para la música. ¿Por qué no lo dejan al chico que mueva sus deditos para recién después intervenir? ¿Cuándo interviene el padre para ayudar a su hijo a caminar o a hablar? Cuando ve que el chico está hablando mal, o que no camina. No se trata de que lo haga todo solo, sino de permitirle que saque lo suyo. Un chico con una “mano colocada" - aunque se la coloquen en el conservatorio Tchaikovsky, de Moscú- constituye un asesinato. Porque cuando les han colocado la mano, ya les han colocado la cabeza y el oído. A ese chico hay que devolverle urgente la libertad que le corresponde.
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